El otro día (junio de 2016), Telmo me dio un gran ejemplo de una de sus habilidades con el lenguaje. Se trata de la capacidad de otorgar nombres a cualquier cosa de forma instantánea.
Estamos leyendo un cuento sobre ratones, uno de ellos se llama Frederick y otros cuatro aparecen sin nombre conocido. Telmo me pregunta cómo se llaman y yo le devuelvo la pregunta: «No lo sé, ¿cómo se llaman?». Inmediatamente señala uno por uno a los ratones dándoles los siguientes nombres:
Bol, Owlk, Pokel y Porterol.
Lo hace sin meditación previa, casi como un acto reflejo.