Telmo no para de sorber sus mocos pero se niega a sonarse la nariz. Insisto con diferentes estrategias, pero nada.
—Papá, ¿para qué sirven los mocos?
—Los mocos nos ayudan contra los microbios malos porque se que quedan pegados en el moco.
—¿Sabes por qué no quiero soplar [sonarme] los mocos?
—¿Por qué?
—Para que los microbios malos se queden pegados.