—Papá, haz el sonido de la S líquida en tu mente.
Me concentro y me imagino el sonido.
—¿A ver? Otra vez.
Me concentro y Telmo acerca su oreja a mi cabeza para asegurarse de que no emita sonido alguno.
—Yo no puedo hacerlo
—¿No puedes imaginar el sonido de la S?
—No.