— ¡Mira, Papá, estoy en casa!
— Pon, pon, ¿puedo entrar? Soy el lobo.
— No puedes.
—¿Y puedo soplar la casa?
— No. A recoger, sí.
— ¡Mira, Papá, estoy en casa!
— Pon, pon, ¿puedo entrar? Soy el lobo.
— No puedes.
—¿Y puedo soplar la casa?
— No. A recoger, sí.