Me contaba Telmo a la salida del cole que cuando se va a dormir disfruta muchísimo porque se queda un buen rato pensando en sus cosas antes de dormir. Lo decía con la cara iluminada, la mirada fija en un punto indeterminado del espacio y una enorme sonrisa de felicidad. La misma luz que irradia al recibir un regalo o al detectar la existencia de un nuevo capítulo de «The Owl House».
Cuando le pregunté sobre aquello que imagina, se refirió a la posibilidad de imaginar las cosas que luego podría dibujar, no le saqué mucho más, pero es evidente que él elabora narrativas con todo el imaginario de ficción que adquiere de sus muchas fuentes.