Esta mañana he tenido otra conversación chulísima con Telmo, poniendo en práctica algo que aprendí de Sergi Torres (y creo que viene de UCDM).
La cuestión es que Telmo tiene problemas de atención y hace unos días salió de clase muy abatido porque un profe le había humillado en clase, delante de sus compañeros, por no enterarse de las cosas. Me pidió que no hiciera nada y yo accedí, pero luego falté a mi palabra y hablé con su tutora. Como consecuencia de ello el profe se disculpó con Telmo, también en público. Así que esta mañana me preguntó si se lo había dicho. Cuando se lo confirmé se enfadó muchísimo por la traición y me explicó que ahora había pasado vergüenza otra vez con la disculpa.
Ante esto, le expliqué que no había que esconder las emociones y sentimientos, incluso cuando van en contra de los demás. Si necesita esconder que tiene dificultades de atención o si necesita esconder que se ha sentido humillado significa que hay una parte de sí mismo que no acepta, que no le parece bien. Si la pone con naturalidad sobre la mesa y acepta esos sentimientos que él mismo tiene, se irán diluyendo con mucha rapidez. No hay nada malo en él, al contrario. No hay nada que esconder y una vez asumes eso, todo es mucho más sencillo.
En ese momento, Telmo pone en práctica la cuestión contándome que en internet, jugando con amigos a videojuegos, cuando yo no estoy dice palabrotas. Le respondo que yo nunca le he regañado por decir palabrotas, que diga las que le de la gana. Y después de eso me ha dicho. «He sentido una liberación enorme cuando te he contado eso».
A eso le respondí que lo que había sentido es el enorme poder que tiene el reconocimento hacia uno mismo.