Estoy limpiando el baño. Telmo me exige que juegue con él y, ante mi negativa, se va a llorar al salón. Al cabo de un rato, viendo que su estrategia no fuciona, viene al baño (yo he sacado todas las cosas al pasillo para fregar el suelo) y me pregunta con tono preocupado:
—Oye Papá, ¿por qué sacas todo eso si me estoy poniendo triste y llorando?