Asomando la cabeza por la clarabolla del tejado, Telmo dice:
—¿Te imaginas que nos caemos allí abajo —refiriéndose al jardín del vecino— y el vecino nos echa allí fuera?
— Sí, me lo imagino.
—Al vecino hay que matarlo.
—¿Cómoooo?
—A los vecinos hay que matarlos si son malos.