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Vamos a cruzar la calle.

—Dame la mano —digo.
—Papá, que digo, que la otra semana, cuando estemos en la calle, no me tienes que hablar así. Porque se van a asustar los vecinos… y me voy a asustar yo… y te vas a asustar tú… Se va a asustar todo el mundo —hace una pausa—. Papá, no tienes por qué hacer eso.

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