Serpentinas
El día de la cabalgata de reyes fuimos juntos Cristina, Telmo y yo en la carroza del colegio. Desde allí tirábamos caramelos y serpentinas a la gente. Temo acabó dormido. Dos meses más tarde, jugábamos esperando el autobús en los alrededores de la parada y encotramos un resto que sobrevivió a la brigada de limpieza. Telmo, muy interesado, trataba de entender por qué la serpentina envejece y se deteriora. «¿Por qué se pone vieja, papá?».